El capital humano es clave en la productividad y eficacia de una empresa, pues son las personas las que ejecutan procesos. Sin embargo, toda entidad necesita líderes capaces de orientar los esfuerzos individuales hacia la consecución de objetivos específicos, canalizar inquietudes, fortalecer los equipos y encontrar la manera de que cada uno de ellos rinda al máximo. De ahí que -según las estadísticas- 83% de las organizaciones señale como importante el desarrollo de liderazgo en todos los niveles.
El liderazgo es una cualidad que todas las empresas valoran. No es de extrañar que, a nivel global, 53% de los millennials sueñe con ser el líder de la organización para la que trabajan. Dato importante, pues en la medida que se sueña, hay mayor posibilidad de lograr grandes metas. No obstante, hay que trabajar para ello, y eso implica capacitarse para desarrollar las habilidades necesarias para “dirigir la nave”. Entre las principales, vale la pena destacar las siguientes:
Es un buen entrenador
Una de las características de un buen líder más importantes. Los colaboradores aprecian que este se tome el tiempo necesario para entrenarlos continuamente, retroalimentar su trabajo y proponerles nuevos desafíos.
Potencia el trabajo en equipo
Teniendo en cuenta que el trabajo colaborativo está en auge, cada día es más alta la demanda -en todas las áreas de trabajo- de directores con habilidades interpersonales enfocadas a la colaboración, el trabajo en equipo y la comunicación eficaz.
Sumado a lo anterior, en un mundo hiperconectado, globalizado y altamente competitivo, el líder también debe ser capaz de colaborar con otros equipos, ya sea de la misma organización o externos. De ahí que esta habilidad sea tan importante en el desarrollo de liderazgo y, para adquirirla o fortalecerla, el curso Coaching para el liderazgo personal y comunicación efectiva -de la Universidad Católica de Chile- puede ser la instancia que necesitabas.
Empodera a su equipo
La microgestión -concepto que alude al mal hábito de algunos líderes y jefes de interferir y verificar todo lo que sus trabajadores hacen- suele desalentar y frustrar a los colaboradores, porque sienten que reduce su libertad para desenvolverse y tomar decisiones. Un buen director encuentra el equilibrio perfecto entre asesoría y delegación de responsabilidades, trabaja a diario por el empoderamiento del equipo y muestra que confía en él.
Demuestra interés por el éxito y el bienestar del equipo
Los miembros del equipo deben sentirse valorados por su líder, o su motivación y compromiso pueden decaer. De hecho, los estudios globales muestran que el 79% de las personas que renuncian a sus trabajos citan la "falta de apreciación" como el principal motivo.
Es productivo y orientado a resultados
El líder es el modelo a seguir, por lo que no puede esperar que los colaboradores den lo mejor de sí si su actitud denota pereza y poca ambición. Por lo tanto, es altamente comprometido con su labor. Se fija objetivos a corto, mediano y largo plazo, los transmite a su equipo y trabaja con ellos de manera conjunta para alcanzarlos. Además, piensa constantemente en la manera de obtener mejores resultados en menos tiempo.
Apoya el desarrollo profesional y discute el rendimiento
Suele suceder que algunos empleados no sepan cuáles son las expectativas que deben cumplir en el trabajo. Por ello, el buen líder las define y comunica claramente, al tiempo que los apoya oportunamente cuando es necesario y discute con ellos las causas del bajo o alto rendimiento. Todo, con el objetivo de mejorar.
Tiene habilidad para tomar decisiones
Si bien es importante que el líder escuche a sus colaboradores, comparta información y delegue responsabilidades, también es fundamental que sepa tomar decisiones. Los empleados aprecian esta virtud, especialmente cuando el director las comparte con ellos junto con las razones que lo llevaron a tomarlas. Esto les ayuda a comprender el contexto y las prioridades del trabajo, así como a mejorar la resolución de problemas.
Por otro lado, no se puede olvidar que la toma de decisiones es clave para el desempeño general de la empresa y, por lo general, los encargados de esta labor son los líderes de las diferentes áreas.
Autoconocimiento
El líder que es capaz de comprender sus propias fortalezas y debilidades suele tener la capacidad de encontrar soluciones para potenciar las primeras y disminuir las segundas. Eso lo hace menos vulnerable y le permite gestionar con mayor éxito sus equipos de trabajo.
En este punto, también es prudente hacer alusión a la autocrítica. Cuando un líder es capaz de reconocer sus errores y aciertos, reflexionar sobre ellos, sacar conclusiones y aprender de la experiencia, tiene mayores posibilidades de continuar mejorando en lo que hace. Además, representa un buen ejemplo para los empleados que, de seguir dicha conducta, también pueden crecer profesionalmente.
Entiende la importancia de la creatividad
La capacidad de generar ideas nuevas e innovadoras -e impulsar esta habilidad en sus colaboradores- es clave para el desempeño de todas las áreas de una empresa, incluso para el de la organización a nivel macro.
Resiliencia
Es la habilidad para adaptarse al cambio. El buen líder debe estar preparado para ello, sobre todo en un mundo tan cambiante como el actual.
Estas son algunas de las habilidades blandas y características de un buen líder, todas indispensables para que una persona pueda estar a la cabeza de un equipo de trabajo. La principal ventaja es que se pueden fortalecer a diario con trabajo y estudio.