Actualmente, la formación académica y laboral de un profesional no termina al finalizar la carrera y conseguir un buen puesto de trabajo en una empresa cotizada. Es un proceso de toda la vida. A menudo, el desarrollo tecnológico, la globalización, las dinámicas del mercado y la creciente competitividad empresarial generan en las organizaciones brechas de habilidades que solo pueden ser superadas a través de la actualización permanente de conocimientos.
En consecuencia, la formación continua se ha convertido en una tendencia. En Chile, por ejemplo, según información del Mineduc, existían ya en 2016 más de 20 mil estudiantes en programas de postítulos. Y cada día son más los asistentes a seminarios, cursos, capacitaciones laborales, entre otras instancias de aprendizaje.
No obstante, los beneficios de la capacitación permanente no se limitan a la actualización constante de conocimientos y las ventajas derivadas de ello (mayor empleabilidad, mejor salario, etc.), sino que también es una de las mejores herramientas para incrementar el potencial.
Pero ¿por qué la capacitación continua aumenta tu potencial?
En líneas generales, el “potencial” de una persona hace referencia a lo que esta puede llegar a ser en unas condiciones determinadas y en función de sus preferencias profesionales, tendencias de comportamiento y dotes intelectuales, físicas o artísticas. Es todo lo contrario a lo que ya hace en el presente. Es decir que son capacidades y aptitudes futuras contrapuestas a las actuales. Por ejemplo, un niño con talento para el fútbol es un potencial jugador profesional, y un trabajador con habilidades de liderazgo es un potencial líder empresarial.
Por supuesto, esas dotes deben ser desarrolladas e incluso descubiertas (muchas personas ni siquiera saben que las poseen), para luego ser orientadas a labores específicas en las que podrían ser explotadas al máximo. Proceso en el que la capacitación laboral y el aprendizaje continuo se convierten en la mejor forma de lograrlo.
Por lo general, la educación formal y tradicional -desde la primaria hasta el pregrado e incluso en los posgrados- se centra en transferirle al estudiante una serie de habilidades y conocimientos específicos derivados de planes de estudios previamente establecidos. Aunque esto incrementa el potencial de una persona para determinadas tareas, pues le proporciona el arsenal de sabiduría necesario para desempeñarse en una disciplina en concreto y le ayuda a descubrir gustos y líneas de desarrollo profesional, pocas veces tiene en cuenta las dotes innatas de la persona y el contexto que la rodea.
En ese sentido ¿por qué una capacitación continua es la mejor herramienta para complementar la educación formal? En primer lugar, porque los planes de formación bien diseñados están dirigidos a trabajadores en ejercicio y se encuentran alineados con los objetivos estratégicos de la empresa o la demanda laboral en un área específica. Es decir, son orientados a un contexto determinado, estrechamente relacionado con el ámbito profesional de las personas. Cuando estas los toman tienen claras las razones para hacerlo y saben qué conocimientos y habilidades adquirirán y cómo les servirán en su desarrollo profesional y ubicación en futuros puestos de trabajo.
Los beneficios de la formación continua
Ahora bien, cuando los planes de formación laboral están orientados conscientemente a incrementar el potencial de las personas y aprovechar al máximo sus habilidades, potencia al talento hacia niveles superiores. El conocimiento es “poder hacer”. A la hora de tomar los programas o asignarlos se tienen en cuenta datos importantes que permiten prever las posibilidades del trabajador en el futuro en el campo laboral en que se desenvuelve, como experiencia laboral, formación académica, intereses, objetivos a corto, mediano y largo plazo, expectativas, aptitudes, actitudes y desarrollo de sus competencias laborales. En función de esto, lo que la persona aprende incrementa significativamente sus capacidades futuras.
La capacitación laboral constante le permite al trabajador responder a los cambios impulsados por la digitalización y las dinámicas empresariales, y tiene como objetivo el desarrollo profesional. Además, les ayuda a mantenerse en la vanguardia de la evolución de la industria y a comprender mejor las responsabilidades de su trabajo. En ese sentido, siempre que se adelante teniendo en cuenta los parámetros establecidos anteriormente es el mejor medio para incrementar su potencial porque aporta valor en todas sus instancias y promueve el fortalecimiento de los talentos innatos de la persona con objetivos futuros claramente definidos.
Por otro lado, hay que tener presente que todas las personas tienen debilidades que no les permiten realizar su trabajo a la perfección y, por lo tanto, proyectarse a futuro de forma coherente. A través de un diagnóstico de necesidades de capacitación y la formación continua, estas pueden superarlas y mejorar sus capacidades y aptitudes futuras.
Por último, sobre los beneficios de la capacitación continua en relación con el desarrollo del potencial, vale la pena pensar en un joven futbolista. Por más talento que tenga, son la experiencia y el entrenamiento diario y a lo largo de sus años los que aumentan su potencial. En principio, es un potencial jugador de la liga de la comuna, luego un potencial jugador de la liga nacional y después un potencial jugador de liga europea. Con el trabajador pasa lo mismo, su potencial puede entrar en estado de ostracismo si no adquiere habilidades nuevas frecuentemente. Por ende, su desarrollo profesional también se estanca y, con él, sus posibilidades de aportarle todo lo que hubiese podido a la empresa para la que labora.